Me encuentro en una playa nudista, tranquilo, relajado, casi dormido, tomando el sol completamente desnudo. Con la polla al aire. Piernas flexionadas, con plantas de los pies apoyados sobre la cálida arena, y cuidadosamente abiertas, lo justo para estar cómodo y permitir que la suave brisa del mar acaricie con su fresca lengua mis genitales.
Lametones invisibles recorren hasta el último milímetro
de mi piel, con especial dedicación en degustar el sabor con toque de
sal de mi ano y mis cojones. Tumbado para disfrutar siento como mi polla se
mueve ligeramente. Como no, tiene vida propia y sueña despierta.
Inmejorables sensaciones casi a solas
Una pareja de muy buen ver juega a palas cerca
Y también están en pelotas
.
Me incorporo ligeramente para deleitarme con el paisaje y utilizando
mi bolsa como almohada, me dejo llevar por la plástica de sus movimientos.
Sus cuerpos vibran con la emoción del juego, y se expresan sin ningún
tipo de complejos. Ella, mujer hermosa de cuarenta, salta para alcanzar la pelota
y sus pechos, grandes y generosos, no la dejan sola, botan con ella desafiando
la gravedad y a cada golpe, se envalentonan provocando mareas. A él se
le ve fuerte y tiene la polla musculada, curtida, una señora tranca.
Su miembro, rabiosamente juguetón, también se mueve al compás
del dueño, y se exhibe notablemente feliz en compañía de
su hembra. Embriagado por el efecto del juego, del sol, y exaltado por el continuo
ir y venir de las olas.
La pelota cae justo delante de los pies de ella. Y al recogerla,
no dobla las rodillas. Con las piernas rectas, flexiona la cintura. Y su culo
se muestra en mayúsculas. Inmenso, profundo. Enorme. Como una inmensa
bola de fuego en una plaza desierta. Pura lascivia. Junto a él, su coño,
que también busca protagonismo, se abre ligeramente y da una rápida
y jugosa bocanada de aire.
Puedo ver con detalle como son sus labios
Exquisitos, carnosos, rosados
Color sublimado por tonos de bronce y dorado
.
La imaginación se dispara. Y me veo a mi mismo asaltando
por detrás a esa pedazo de vaca. Clavándosela, junto a la orilla
del mar, delante de su hombre, hasta las entrañas.
Vuelvo al partido para no perderme, pero el partido acaba.
Y ellos felices se abrazan, se acarician, se besan y caminan juntos hacia el
agua. No puedo evitar volver a mirar su polla que ha aumentado considerablemente
de tamaño tras los arrullos y ahora se muestra erguida, desafiante. Ella
tira de él, arrastrándolo con provocadora naturalidad y mano sabia,
por el mismísimo rabo. Dentro del mar y cubiertos por el agua transparente,
empiezan a follarse. Poco a poco la corriente los acerca hacia mí pero
a ellos no parece importarles. Llegan a consumar justo enfrente y sus gemidos
con el romper de las olas son música celestial en el aire.
Tras mis gafas de sol, cierro los ojos y vuelvo a tumbarme.
Mi polla tiene hambre. Será mejor que me relaje. Intento no pensar en
ello pero es inevitable, el deseo, una vez más, se adueña totalmente
de mi cuerpo. Playa, calor, exhibicionismo, sexo. Mi polla crece descontrolada
y como un tótem clavado en la arena busca tocar el cielo. Ya no importa,
la dejo libre. Si quieres mirarla, adelante, si lo prefieres, también
puedes comértela